lunes, 16 de diciembre de 2013

Consagración a Dios. Éxodo 29.

Consagrarse es entregarse, santificarse o apartarse del mundo para pertenecerle a Cristo.
La decisión de consagrarnos puede ser nuestra pero el ser aptos para esa consagración solo depende de Dios.
Solo la sangre del carnero los santificaría. V 21 “Y con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, rociarás sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él.
Si nosotros queremos consagrarnos a Jesucristo debemos tener fe. Por la fe somos justificados. Romanos 5: 1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
Por nuestra condición de pecadores no podríamos ser consagrados pero a través de la sangre de Cristo somos justificados. Romanos 5: 8-9 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.  5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Satanás siempre esta acusándonos de lo que hicimos en un pasado pero es La sangre de Cristo la que nos protege de las acusaciones y tentaciones. Apocalipsis 12: 10-11 “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.  12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte
Es Dios mismo quien elige a quien ha de ser consagrado a través de su espíritu y la sangre de Cristo. 1 Pedro 1: 2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”.
La sangre de Jesucristo nos limpia de pecado para ser dignos de estar ante su presencia.  Apocalipsis 1: 5 “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
Dios quiere familias enteras a su servicio solo si Jesucristo gobierna en nuestra casa nuestros hijos también serán consagrados. La vestimenta es la que identifica a una persona. La unción de Aarón debía transmitirse a sus hijos. Éxodo 29: 29 “Y las vestiduras santas, que son de Aarón, serán de sus hijos después de él, para ser ungidos en ellas, y para ser en ellas consagrados.
Para servirle a Jesucristo es necesario tener una forma de vida agradable a Dios. 1 Timoteo 3: 1-3 “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.  3:2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;  3:3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
Debe ser ejemplo de servicio en su casa. Si no sabe comportarse en su casa tampoco lo podrá hacer en la iglesia. 1 Timoteo 3: 4-5 “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad  3:5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)
Dios es quien nos escoge para que fuéramos santos y de esta forma consagrados para su servicio. Efesios 1: 4 “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

Solo Jesucristo nos justifica delante del padre y nos hace dignos de servirle solo a través de su sangre preciosa podemos calificar para que el mismo nos consagre para él.



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